DETRÁS DEL ATRIL

 


Noci, Pablo, Nohelia, Abel y Álvaro, en la platea del teatro San Luis de Pinhel. Al fondo, Jesús.


Noci, Pablo y Víctor, en la habitación de hotel de Elena, Elsa y Alicia.


Jesús, Abel, Pablo y su hermano David juegan al futbolín. Natalia y Luz, al fondo, miran.


Noci, Elena, Elsa y Alicia, en las escaleras del hotel.


Las bandurrias primeras, Pablo, Luz y Elena.


Pablo, Alicia, Abel, Nohelia, Álvaro y Elena, a la entrada del teatro de Pinhel.


Noci, Víctor y Pablo, con los gorros de Papá Noel en la sala de estar del hotel.


Natalia, Nohelia y Elena, en los vestuarios del teatro de Pinhel.

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Portugal Live Tour, segundo finde
10 y 11 de diciembre de 2005

Como estaban los mejillones y las empanadas. La frase del viaje, sin lugar a dudas (lo del chaflún ya es algo institucionalizado). El recuerdo del viaje que hicimos a Sada a finales de octubre nos acompañó durante los primeros kilómetros de nuestra aventura (la segunda por Portugal). Elena se trajo de casa un cedé con fotografías del viaje a Sada y estuvimos viendo las imágenes en el dvd del autobús. Y eso que el conductor nos dijo que no se podían ver ficheros jpg, pero ante la insistencia de todos nosotros, probamos a ver y sí, efectivamente, se veía. Más de dos horas de autobús viendo fotografías y acordándonos de nuestra actuación en Galicia... y del calor que hacía en los bares. Con la colección de fotos se nos pasó buena parte del trayecto, justo hasta la hora de comer. Paramos en el área de servicio de Fuentes de Oñoro, más de dos horas después de haber salido de Tudela. Lo hicimos al as 12.00 horas, un poco más tarde de lo habitual para esperar a Pablo, que había tenido guardia en el centor de salud y salía a primer hora de la mañana de trabajar. Tanto él como su hermano David (el único acompañante del viaje), Alicia y Jesús vinieron desde Valladolid con Noci y su furgoneta.

La comida. Autoservicio (o algo por el estilo) en el restaurante de carretera. Ganaron las ensaladas mixtas y el pollo 'a la piedra'. Nunca nadie comió un pollo tan duro como el que nos sirvieron. Si alguna vez paras a comer allí, pasa del pollo y haz como Pablo, pilla la ternera estofada. Al menos no te dejarías los piños en el intento de apañar algo de carne. Ocupamos dos mesas del comedor. Una solo para chicos y otra solo para las chicas. Jesús y Miguel Ángel (¡separatistas!) se sentaron en mesa aparte. Y fuera, al otro lado del cristal, los perros y las vacas. Entrañable. Al terminar la comida, varios miembros de la Orquesta se enzarzaron en un torneo de futbolín, quizá para dar ambientillo a la noticia del día, que era el grupo con el que España competiría en el próximo mundial de Alemania. El primer 'round' fue para Pablo y su hermano, aunque luego Abel y Jesús se tomaron la revancha. Mientras, en la barra, el resto de componentes de la Orquesta le daban al café de después de comer.

El último trayecto de autobús lo hicimos viendo la película de dibujos animados Sinbad, que Alicia trajo de su casa para amenizar un poco el viaje. Sobre las 16.00 horas pasadas (una menos en Portugal) llegamos a Figueira y al hotel Trasmontano, donde nos íbamos a alojar. La semana pasada en Trancoso teníamos referencias del sitio por Internet, pero en esta ocasión Alicia se había encargado de buscarlo y no teníamos ni siquiera una foto que nos diera alguna pista... y encima lo llamaban pensión, por lo que nos temíamos lo peor. "Lo único que sé es que tienen televisión y teléfono en las habitaciones", nos repetía Alicia. Pero no sabíamos nada en absoluto de si tenían baño. Al final, sí. Una vez resuelto el reparto de habitaciones (Esther y Nohelia; Miguel Ángel y Álvaro; Noci y Víctor; Abel, David y Pablo; Natalia y Luz; Elena, Elsa y Alicia y Jesús en la individual) descubrimos que, una vez más, el mejor cuarto fue el de Elsa, Elena y Alicia. La habitación 210, una especie de cuarto setentero con decoración Ágata Ruiz de la Prada, una tapicería psicodélica y unos cojines gigantes y alargados que nos sirvieron para hacer una guerra de almohadas y un poco el tonto durante los primeros minutos en el hotel.

Una vez asentados, salimos a dar una vuelta por Figueira de Castelo Rodrigo y descubrir que teníamos el hotel a tan solo tres minutos de la Casa de Cultura en la que tocaríamos esa noche. Dimos un paseo por la gran plaza con una fuente gigante, nos acercamos hasta la iglesia (donde se nos unieron Nohelia y Esther, que se entretuvieron en el hotel) y aprovechamos para hacernos fotografías con simpáticos lugareños, a los que nos encotramos por la calle y que pidieron fotografíarse con algunos de nosotros. Sí, como en Trancoso también había perros. Muchos. Y uno de ellos, gigante, a la entrada del hotel.

Cuando ya empezaba a caer la noche, volvimos a nuestros cuartos. Afortunadamente en la primera planta del hotel había un salón de estar que nos dejaron utilizar durante todo el fin de semana y que nos sirvió para pasar el tiempo sin necesidad de pasar frío. Mientras la mayoría se entretenía con el mus y el tute, Víctor, Elena y Noci decidieron dar una vueltecilla más por el pueblo, que a esa hora ya esaba completamente iluminado con motivo de la navidad (luce, azules, blancas y amarillas en los árboles, la fuente y la cúpula de un edificio que parecía sacado de Disneylandia o algo por el estilo). La vueltecilla del trío tampoco duró mucho, ya que enseguida descubrieron una tienda de 'Todo a cien' (no sabemos su nombre en portugués) donde compraron unos divertidos muñecos de Papá Noel con luces (0,95 euros) que causaron sensación durante todo el viaje (Jesús incluso compró tres para sus nietos). La vendedora de la tienda estaba alucinada por el furor de los gorros y nos preguntó si es que en España no los vendían.

Después de un par de horas de juegos (Miguel Ángel, Álvaro, Abel y Esther al mus; Jesús, Nohelia, Pablo y David al tute; y el resto al mentiroso, burro o policía o ladrón), nos preparamos para ir al concierto. Cuando llegamos a la Casa de Cultura todavía no nos habían abierto las puertas, por lo que Noci y Álvaro aprovecharon para cantar unos villancicos (con la bandurria), mientras Pablo curaba una pequeña herida a Elena. También Esther venía un poco lesionada con la piel levantada en los dedos.

Una vez terminado el concierto, de vuelta en el hotel, una cenita y después, vuelta porl a discoteca del a zona. Auritex se llamaba. Por fuera parecía una casa normal y corriente y por dentro... bueno, no hay adjetivos. Las bebidas se preparaban con refrescos de dos litros y trinaranjus y tenías que estar un poco atento para ver el alcohol que te echaban porque como te despistaras un poco te llenaban el vaso hasta los topes sin dejar espacio para el refresco. Además, era la fiesta del instituto y varios constribuyeron a financiar el viaje de los escolares portugueses hasta Lloret de Mar. Para ello, chipitos de tequila (o algo por el estilo a un euro). El baño de los chicos era un gran pilón con un grifo, las camareras, mujeres de treinta años (o más) con jersey de cuello vuelto y la música... ratonil. Una mezcla de hip hop con aires chinos y cantada en portugués. Pedimos algo normalito, en españo, pero después de una canción de Estopa, otra de Shakira y la Camisa Negra se acabó el repertorio. Aparte de una pareja de chicas que lo bailaba todo agarrado, nadie más se movía en el bar. Elsa fue la primera en recogerse y al poco le siguieron Noci, Víctor, Elena y Alicia, que estuvieron charlando durante más de media hora en una habitación. El resto, descubrió un nuevo bar donde había, ahora sí, música española ("tendríamos que haber venido aquí al principio"). Allí conocieron a David, el pastelero de Fuentesaúco, un chaval portugués que había trabajado en España y que al día siguiente volvió al hotel para tomar un cafetín y ver a algunas amigas que había hecho el día anterior.

Al día siguiente no todos se despertaron para el desayuno del hotel. Quienes lo hicieron, vieron el vídeo que David había grabado el día anterior con la actuación. Una vez terminado y como el conductor tardaba en aparecer, Noci y Víctor aprovecharon mientras el resto de la orquesta estaban en recepción, para sacar los instrumentos y tocar un poco. Al poco, se les unieron Pablo, Álvaro y Abel. Juntos estuvieron preparando el concierto en Sol Mayor de Vivaldi (el de las mandolinas) y recordando algunas piezas antiguas de la Orquesta, como El Sitio de Zaragoza, El Barberillo del Lavapiés, Concerto Grosso o Amparito Roca. Así, durante cerca de dos horas, hasta que llegó el momento de comer.

Durante la comida, hicimos una porra para descubrir cuántas personas acurirían al concierto de esta noche. La comprobación tendría lugar en el momento en el que Miguel Ángel presentara a la Orquesta y dijera la frase que nos ha acompañado durante las últimas actuaciones ("yo no hablo portugués, pero si hablo despacio se me entiende"). En ese momento, valdría el número de personas que estuvieran sentadas en el patio de butacas.

La tarde, hasta las 21.30 horas que era la siguiente actuación se presentaba muuuuy larga. A las 12.00 horas habíamos tenido que dejar la habitación del hotel, aunque después de ocmer en su restaurante nos habián dejado quedarnos en la sala de estar durante toda la tarde. Aprovechamos para jugar de nuevo a las cartas y echar una partida al Scattergories de Nohelia. Lo hicimos por equipos. Por un lado Alicia y Noci (ganaron); Abel y Víctor; Pablo y David; Elsa y Elena y Jesús solo (aunque luego vino Nohelia para compensar las fuerzas). Y mientras, Luz a su bola y estudiando, preparando el examen de Filosofía que tenía al día siguiente en el instituto. Sobre las 19.00 horas, tomamos rumbo a Pinhel, donde actuábamos a las 21.30 horas.

Durante los minutos previos a salir al escenario estábamos expectantes por saber cuántas personas vendrían finalmente a la actuación y quien se llevaría el dinero de la porra. Finalmente, hubo que repartirlo entre Álvaro y David, que fueron quienes más se acercaron al número definitivo. Al terminar la actuación, y tras probar los dulces con los que nos obsequiaron (unidos al eterno tang de naranja que tan buenos momenos nos ha dado en Portugal), tomamos rumbo de nuevo para Tudela. Todo seguido y sin parar y con 'Charlie y la fábrica de chocolate' en dvd. Por cierto, que la película no gustó nada nada nada. Aunque a Alicia le encanta.


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©2004 Orquesta de Pulso y Púa de Tudela de Duero